lunes, 10 de septiembre de 2012

Desaprender para aprehender, hacia un nuevo liderazgo



Las escuelas de negocios y universidades deberían enseñarnos a desaprender lo aprendido, porque si algo se ha evidenciado en el contexto actual es que lo que sirvió ayer ya no sirve hoy. Nada va a cambiar si yo no cambio. Tenemos que salir de nuestra zona de confort, vaciarnos, para volvernos a llenar, generar nuevos hábitos, interiorizar ese conocimiento. En definitiva, como dice el profesor José María Gasalla, “Desaprender lo aprendido para aprehender’’ y esto aplicable a la vida en general y en particular, a lo profesional, significa que necesitamos desaprender para aprehender hacia un nuevo liderazgo.

Hace tiempo leí un artículo de Borja Vilaseca, en el que se describía muy bien la situación actual de las empresas y donde se ponía de manifiesto aspectos como el miedo, que se han olvidado los valores, la visión y la misión, y que se ha perdido la confianza en los demás, incluso en ocasiones, en uno mismo.

Estamos ante un ‘quejido organizacional’ que provoca espirales de negatividad y victimismo, y que se está traduciendo en síndrome de sacrificio entre los líderes, que se entregan más de lo que pueden, y que conviven a su vez con síndromes de ‘superviviente’ entre los trabajadores, y ‘efecto sandwich’ entre los mandos intermedios.  En cualquier caso, todos ellos se traducen en falta de eficacia y eficiencia en la Organización y situaciones de daño para la salud.
Desde el diagnostico que extraemos de las evaluaciones de riesgos psicosociales, realizadas en más de 300 empresas en los dos últimos años, encontramos que para dar pasos hacia organizaciones más saludables la intervención psicosocial pasa:
Por  conseguir líderes proactivos que generen confianza, que sean creativos y que reconozcan que el camino hacia el liderazgo empieza por conocer quién hay frente al espejo, es decir, por conocerse a uno mismo.
Por generar entornos dónde se optimice el capital humano, social y psicológico. En definitiva, conseguir  ‘engagement en el trabajo’, donde el trabajo se convierta en pasión y donde se favorezcan las experiencias de ‘flow ’, de manera que impulsemos el rendimiento directivo. El reto es innovar, ser capaz de catalizar sinergias positivas para el desarrollo individual y organizacional, que no exista divergencia entre lo que sentimos, deseamos, pensamos y hacemos.
Cada uno somos protagonistas de nuestra propia vida. El cambio depende en buena medida de la confianza que tengamos en los demás y, fundamentalmente, en el compromiso que adquiramos con nosotros mismos.
Recordemos cuando éramos niños.  Aprehendimos a montar en bici (interiorizamos ese conocimiento y ya nunca lo hemos olvidado). ¿Recuerdas en las numerosas ocasiones que te caíste, que siempre hubo alguien a tu lado (tus padres, hermanos o amigos) que se preocuparon por tu entrenamiento y enseñanza? Y un día, por fin, llegaste a interiorizar el conocimiento y entonces conseguiste tener las herramientas para poder pasear por ti mismo.

Por Carmen Soler Pagán


Fuente: www.prevencionar.com

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