viernes, 15 de junio de 2012

Cactus contra las radiaciones


Cactus absorbiendo radiación electromagnética como un jabato.


Me pasaron el otro día un artículo de la revista Bit, editada por el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación, que hablaba sobre el Cactus candelabro (Cereus peruvianus Engelm. & Bigelow, 1856). Mi primera impresión fue de sorpresa, preguntándome que pintaban los telecos hablando de cactus. Sin embargo, andaba el autor inmerso en sus competencias profesionales, pues el breve artículo era una crítica sobre el uso de tal especie de suculenta en la neutralización de malignas radiaciones electromagnéticas.

Quizá el lector esté tan sorprendido como yo, pero le aseguro que esta cactácea se vende en algunos supermercados y tiendas de jardinería con el nombre de “Cactus del ordenador”, publicitando con total desfachatez que evita los problemas de salud que provocan las radiaciones emitidas por ordenadores, televisores, electrodomésticos y teléfonos móviles; restaurando las alteraciones provocadas en el ambiente por la contaminación electromagnética. Así, sin despeinarse.


¿Son dañinas las radiaciones electromagnéticas?

Lo primero que cabría preguntarse es si la radiación electromagnética es peligrosa para la salud humana. La respuesta, depende de a que tipo y cantidad de radiación nos refiramos. El espectro electromagnético abarca desde las ondas de radio hasta los rayos gamma, y no todos ellos inciden igualmente en nuestro organismo.


Espectro de radiación electromagnética

La vida terrestre se ha adaptado para sobrevivir a los niveles y tipos de radiación que bañan la superficie del planeta, y así podemos soportar las ondas de radio o la luz visible que inciden continuamente sobre nosotros. Sin embargo, espectros y niveles anormales pueden producir graves efectos para la salud. El ejemplo más característico es el ultravioleta, del cual y afortunadamente, únicamente nos alcanza la porción menos energética (la absorción del resto se la debemos a nuestra querida capa de ozono). La mayor parte de las microondas, así como la radiación de onda más corta (ultravioleta más energético, rayos X y rayos Gamma) son filtrados por la atmósfera terrestre. En las últimas décadas, el ser humano ha creado otras fuentes de radiación electromagnética que, no obstante, no son nuevas para nosotros: ondas de radio, infrarrojos, radar, etc.

Esta radiación sea de origen natural o generada por un aparato construido por el hombre, son de la misma naturaleza, y se diferencian en un aspecto fundamenta: algunas de ellas (como los rayos X y los rayos gamma) son capaces de romper moléculas; se denominan radiaciones ionizantes. A las que no pueden hacerlo se las denomina no ionizantes (luz visible, infrarrojo, ultravioleta, microondas, radio); algunas de estas últimas, a pesar de no llegar a romper las moléculas, pueden aumentar su movimiento, lo que produce el calentamiento de los cuerpos expuestos. Los hornos de microondas funcionan con esta base.

El efecto sobre la salud de cualquiera de estos tipos de radiación depende de la cantidad que se reciba. Existe un umbral por debajo del cual la exposición no acarrea consecuencias dañinas. Este umbral es bien conocido y explica  la utilización de radiaciones ionizantes incluso para aplicaciones médicas, como es el caso de las radiografías por rayos X; los operadores se protegen de las radiaciones dado que al estar toda la jornada realizando radiografías, la dosis de radiación puede superar el umbral de seguridad. Sin embargo, el enfermo puede exponerse a una pequeña dosis de radiación sin riesgo.

Ondas de radio, telefonía móvil, televisión y demás emisiones de electrodomésticos (exceptuando los hornos microondas) son de tipo no ionizante y atérmicas. Pero, ¿son inocuas o pueden producir daños a la salud? En un hogar penetran radiaciones electromagnéticas que provienen de las emisiones de radio, televisión y telefonía, además de las generadas en la propia vivienda por los cables eléctricos y electrodomésticos, todas ellas muy por debajo del umbral que puede ser considerado como dañino. No existe ninguna evidencia, en los miles de estudios realizados, de consecuencias relacionadas con la exposición a estos niveles que podríamos llamar habituales. De igual forma, en otras fuentes más energéticas como los cables de alta tensión o las antenas de telefonía móvil, no ha podido demostrarse ninguna asociación con problemas de salud, ni siquiera en los trabajadores que se encuentran en un contacto más directo con ellas. Algunos estudios que muestran posibles efectos negativos de la exposición a este tipo de radiaciones no han podido ser contrastados, por lo que no son concluyentes.

No obstante, los organismos de salud pública, y especialmente la OMS, suelen utilizar el denominado “Principio Precautorio”, que se trata de una política aplicada a casos con cierto grado de incertidumbre científica. Mediante este protocolo, se adoptan algunas medidas ante posibles riesgos para la salud, sin esperar a los resultados definitivos de las investigaciones científicas. Esto es lo que justifica las legislaciones que intentan evitar la exposición innecesaria a las radiaciones electromagnéticas, en cuanto a ubicación y diseño de instalaciones.

Y, a todo esto, ¿que pintan los cactus candelabro?

Se han descrito determinados organismos, fundamentalmente bacterias, que son especialmente resistentes a la radiación (entre los que no se encuentra Cereus peruvianus). Sin embargo, esto no significa ni que “absorban” las radiaciones ni que las “repelan”. Muy al contrario, estos microorganismos se ven afectados como el que más, y su ADN sufre los mismos daños que pueda padecer un humano. Lo que permite a estos seres sobrevivir a dosis letales para nosotros es su capacidad de reparación de este ADN.


Uno de los ejemplos típicos o, mejor dicho, tópicos de resistencia a la radiación son las cucarachas. Sin embargo, esta resistencia cucarachil tiene mucho de leyenda urbana, y si bien es cierto que presentan una tasa de afectación menor que los vertebrados, existen otros insectos mucho más tolerantes, como la conocida mosca de la fruta Drosophila melanogaster. En este caso, además de los mecanismos de reparación del material genético, la resistencia se explica en términos de división celular: las células son más sensibles a la radiación cuando están en división (momento en que se duplica el ADN). La cucaracha presenta una tasa de mitosis relativamente baja, aproximadamente una semana en los individuos juveniles. Esto hace que un episodio radioactivo afecte fundamentalmente  a los individuos que estén dividiendo sus células, mientras que los que se encuentran en periodo de reposo no se verían prácticamente afectados.

En el supuesto caso de que el Cactus Candelabro presentara una especial resistencia a la radiación electromagnética, hecho que no está comprobado en absoluto, estaríamos ante algo parecido a una bacteria o un insecto resistente: una menor alteración del organismo y mayor supervivencia ante la exposición a la REM. Ahora bien, decir que poniendo una maceta al lado de nuestro ordenador evitamos la radiación electromagnética generada por este significa algo muy distinto: estaríamos afirmando que el cactus es capaz de atraer la radiación hacia él, absorberla y neutralizarla. No existe organismo ni material conocido capaz de tal hazaña.

Podemos constatar la barbaridad del planteamiento con un caso muy real: las plantas, y entre ellas los cactus, absorben la luz (radiación electromagnética) mediante sus pigmentos fotosintéticos, para utilizar su energía a través de las reacciones de fosforilación y producir ATP que será luego utilizado para la síntesis orgánica del vegetal. Si los cactus fueran capaces de atraer, absorber y “limpiar” el medio de la radiación electromagnética, situando una maceta en una habitación soleada, la planta haría disminuir la luminosidad de la habitación, al atraer la radiación electromagnética visible (es decir, la luz) hacia sí misma y neutralizarla.

Sin embargo, la única manera de reducir la luminosidad consiste en situarnos a su sombra. En el hipotético caso de que el bienamado cactus candelabro absorbiera la REM de la pantalla de nuestro ordenador, deberíamos situarlo entre éste y nuestro cuerpo, ocultando totalmente la pantalla y -obviamente- impidiéndonos ver un solo píxel.


De absurdo a absurdo y tiro por que me toca

La publicidad que otorga enormes beneficios a la jardinería antirradiación adolece de dos falacias fundamentales, a saber:

I) Mientras que no existe evidencia científica de que la radiación que alcanza nuestros hogares o es emitida por nuestros electrodomésticos afecten a la salud, estos pseudojardineros electrónicos se permiten el lujo de afirmar que escuchar la radio o leer un periódico en Internet produce desde cefaleas hasta abortos y malformaciones prenatales, pasando por leucemia, aberraciones cromosómicas, alteraciones del ciclo menstrual o impotencia, entre otras muchas desgracias. Eso sí, sin un solo estudio que lo apoye, simplemente porque las radiaciones son muy chungas.

II) Poniendo un cactus al lado del ordenador, no sólo limpiamos la habitación de radiaciones nefastas  (una capacidad desconocida por la física), sino que además la inteligente plantita es capaz de discriminar las radiaciones malas de las radiaciones buenas, evitándonos el riesgo de aborto pero permitiendo que la luz siga llegando hasta nosotros para que podamos seguir leyendo. Vamos, toda una panacea. Claro que resulta extremadamente fácil inventar una enfermedad inexistente para vender cualquier cosa que se nos ocurra como remedio a la misma.

Y no resulta difícil, podemos hacer una prueba: los rayos cósmicos son nefastos para la salud, y el deterioro de la capa de ozono produce una mayor incidencia de éstos sobre la superficie terrestre. No obstante, si salimos a la calle con un botijo colgado de la cintura, la cerámica es capaz de absorber esta radiación, que queda neutralizada por el oxígeno de las moléculas de agua  (el ozono es oxígeno triatómico) evitándonos las dañinas consecuencias de la exposición. ¿A que ha quedado medianamente convincente? Pues nada: a vender botijos como churros…


Fuente: http://lacienciaysusdemonios.com/2010/11/10/cactus-contra-las-radiaciones/

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